Cristina Kirchner se enorgullece de ver de antemano los cambios en la política argentina: en su última aparición pública afirmó que, cuando nadie lo tomaba en serio, Javier Milei, pronosticó el escenario electoral dividido en tercios. Y ahora está enviando otro mensaje a lo interno -y a lo Sergio Massa-, Ccon el foco en la reconciliación con los jóvenes que votaron por el economista libertario.
De esta manera, anunció entre líneas cuál será el tono que adoptará el candidato oficialista en el debate presidencial del próximo domingo: que el enfrentamiento con Milei se cuide de no atacar a sus votantes sino de envíales un mensaje de comprensión sobre su ira. Su primera advertencia es que es un error concluir que el liderazgo de Milei es un síntoma de “derecha”, sino que hay una parte de la población que es potencialmente peronista y que está demostrando su frustración por no haber encontrado respuestas en la administración de Alberto Fernández.
Lo expresó con esta elocuente frase: “Querer tener un buen trabajo y un buen salario, la posibilidad de acceder a una vivienda, a un auto, viajar, estudiar, no es ni de derechas ni de izquierdas. Yo diría que es casi peronista”.
Y también cuenta con encuestas que mantienen su convicción de que, lejos de haber abrazado los principios del liberalismo, la sociedad argentina sigue siendo fervientemente estatista. Los números que lo acercan lo siguen confirmando. Alfredo Serrano MancillaConsultor español que mide periódicamente la opinión de la sociedad en temas como salarios, educación, salud y recursos naturales.
Desde hace algún tiempo, los resultados se mantienen consistentes: Cuando se pregunta si recursos como el gas y el litio deberían ser de propiedad estatal o privada, es abrumadora mayoría estatista. Del mismo modo, existe un apoyo masivo a los gobiernos para mantener una alto nivel de intervencionismo en política salarial, buscando aumentar el poder adquisitivo de la renta.
De hecho, esa visión es la que refleja la publicidad electoral de Massa. en el punto “Tenemos qué”el mensaje es claro: “Tenemos problemas, es verdad, pero eso no significa que vayamos a dejar de tener científicos, hospitales, clases a las que casi nadie viene”.
En su reaparición pública, Cristina Kirchner le envió un mensaje a la interna: que no se enoje con los votantes de Milei, a quienes ve como potenciales peronistas.
El mensaje estuvo dirigido a la ciudadanía inconforme con el peronismo e intentó un acercamiento con los sectores específicos que hoy adhieren a Milei. Como cuando al enumerar las capacidades de la población argentina dice: “Tenemos unicorniospero si hay algo en lo que tenemos que soltarnos es con esta historia de que aquí no les pueden pagar”.
La mención no es casual: es precisamente en el segmento de jóvenes profesionales del sector del conocimiento -que fijan como objetivo vender servicios en el exterior- donde hay un mayor rechazo al intervencionismo cambiario a estas alturas.
Tampoco el reconocimiento del déficit que Massa identifica como uno de los principales motivos de insatisfacción de la clase media: crédito a largo plazo, especialmente para el sector inmobiliario.
“Hay algo que mereces tener, el crédito para que puedas tener el tuyo”dice el lugar, en tono autocrítico y muy en línea con el diagnóstico de Cristina Kirchner sobre la necesidad de responder a demandas “que no son ni de derecha ni de izquierda”, sino que “son de peronistas”.
Massa apunta a la “casta” empresarial
Las encuestas realizadas por el oficialismo -y que marcan una consolidación de Massa en el segundo lugar, es decir, ya en zona de segunda vuelta- fueron interpretadas internamente por Unión por la Patria como resultado directo de La saga de anuncios económicos de las últimas semanas.. Y, particularmente, aquellos que impliquen bonificaciones fiscales para los sectores de renta fija.
Casualmente, Massa apuntó a uno de los caballos de batalla de Milei: la demonización de los impuestos, que el libertario califica de “robo”. Por supuesto, Massa no puede ignorar la acusación que le hizo Juntos por el Cambio, en el sentido de que está empeorando el déficit fiscal hasta tal punto que el riesgo de hiperinflación se acerca.
Por eso propuso, en una jugada política ampliamente celebrada por la dirigencia peronista, una “travesura” que dejó Juntos por el cambio. Ahora, después de haberse opuesto a la eliminación de las Remuneraciones de los Asalariados, a la oposición le resulta más difícil argumentar sobre cuestiones como la reducción de retenciones para el campoo negarse a recortar las subvenciones a los sectores empresariales incluidos en la “separata” del presupuesto de 2024.

En la saga de medidas económicas, Massa priorizó enviar señales específicas a los monotributistas, grupo donde la prédica de Milei tuvo alta penetración
Mientras se prepara para el debate del domingo en un estudio de Palermo, bajo la supervisión de su equipo de asesores liderado por el catalán Antoni Gutiérrez Rubí, el candidato revisa los contraataques por las críticas que sabe que recibirá. Por eso, cuando sus oponentes le recuerden el riesgo de financiar el gasto público con emisión monetaria, tendrá a mano su receta para recortar hasta 4,5 puntos del PIB que no afectará a sectores de bajos ingresos sino a “planificadores VIP”. desde el ámbito empresarial. Casi un guiño al argumento de “casta” que hizo Milei.
También, por supuesto, quedará el recordatorio de las recientes medidas para aliviar la carga fiscal de autónomos y monotributistas, colectivos que también constituyen el grueso de los votantes milistas.
El diagnóstico de Alberto Fernández ahora juega en contra
Lo cierto es que el golpe que significó el resultado de las PASO generó un proceso de reflexión en el peronismo, en el que Se admitió el despropósito de advertir sobre el riesgo de “pérdida de derechos” a la gran masa de trabajadores que nunca tuvieron un empleo registrado y en relación de dependencia. Y que, por eso, escuchan con sorpresa las advertencias de que pueden quedarse sin aguinaldo, sin vacaciones pagadas, sin cobertura médica, sin paridad y una serie de privilegios más que hoy sólo tienen la “casta” de empleados públicos y empleados de disfrutan las grandes empresas. .
Por eso Massa incluyó las nuevas medidas específicas para llegar a los votantes del economista libertario. En cualquier caso, está claro que se trata de un desafío que exigirá al máximo las dotes retóricas del candidato oficialista.
Sobre todo, explicar que el problema del mercado laboral ya había sido advertido nada menos que por el presidente Alberto Fernández al discutir con Mauricio Macri hace cuatro años.
El entonces candidato del Frente de Todos había logrado asestar uno de los golpes más certeros al macrismo cuando lo acusó de haber sustituido a empleados asalariados por “monotributistas que se suben a bicicleta y reparten pizzas”.
El mensaje fue poderoso. Para el entonces candidato del Frente de Todos no había la menor duda sobre en qué se había transformado el régimen del monotributo: una forma de precariedad laboral que el macrismo intentaba disfrazar y embellecer llamando “emprendedores” a quienes en realidad estaban siendo excluidos del sistema. sistema. “Uberización de la economía” fue la eficaz frase acuñada por Alberto.
Pero como ocurre con otras promesas incumplidas -como volver a hacer accesible el asado o quitarle el “negocio” de las Lebac a los bancos para poder ayudar con esos recursos a los jubilados-, hoy ese foco se centra en los monotributistas. Puede regresar con la fuerza de un boomerang. para el candidato peronista.

En el debate presidencial de 2019, uno de los momentos fuertes fue la advertencia de Alberto sobre la proliferación de “monotributistas en bicicleta”
Después de todo, es el sector de más rápido crecimiento en el mercado laboral. una investigación de Marcos Cohen Arazide la Fundación Mediterráneo, destaca que durante la actual gestión de gobierno Se agregaron 270.000 empleos en el régimen de monotributo, lo que implica que crece a una velocidad tres veces mayor que el empleo privado formal.
Y este dato acaba eclipsando uno de los pocos indicadores que muestran una evolución positiva en este momento: el paro cayó hasta el 6,2%, uno de los valores más bajos de las últimas décadas, pero que se explica, sobre todo, por el aumento de la autosuficiencia. -el empleo mientras que el trabajo asalariado continúa con un crecimiento muy bajo.
Peor aún, otros informes, como el Consultoría LCGDestaca que el empleo “en blanco” en el sector privado está perdiendo importancia, y que en una década pasó de representar el 55,9% del total al 48,1% actual.
Un desafío a la capacidad de Massa
Para colmo, hace dos años el Gobierno ya se había ganado el enfado de esta masa de trabajadores precarios, al intentar cobrar un pago retroactivo a los monotributistas, uno de los colectivos más castigados por la cuarentena. El hecho de que, simultáneamente, se estaba dando una mejora a los empleados estataleslos más protegidos en aquella emergencia, aumentó el enfado de los afectados y les obligó a dar marcha atrás. Pero el error político ya estaba consumado.
Ahora Massa intenta, ya en tiempo de descuento de la actual gestión peronista, compensar con las nuevas medidas que bajen la presión fiscal para un sector que hoy ya cuenta con dos millones de trabajadores.
Que estos monotributistas mitiguen o acentúen su enfado dependerá de la capacidad de Massa en el debate. Por ahora, el ministro candidato tomó una decisión que los consultores consideran correcta: en lugar de dejar la iniciativa a los opositores, decidió que Tenía que ser él quien pusiera en la agenda el problema de los trabajadores “sin derechos”.
Lo difícil será explicar por qué, si Alberto Fernández ya tenía un diagnóstico claro de que Argentina se había convertido en “un país de monotributistas que reparten pizzas en bicicleta”, cuatro años después el problema se agravó. Desde el punto de vista de Cristina Kirchner, la situación es clara: es un sector social que no se ha “girado a la derecha” pero sí Buscando respuestas peronistas fuera del peronismo.
Massa y Cristina creen que aún no es tarde para corregir el error. La mayoría de las encuestas dicen lo contrario, y por eso hay dirigentes sindicales que prefirieron no esperar al debate presidencial o las elecciones para adaptar su postura al nuevo escenario político.
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